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28/8/17

Oh Sees: Orc

Oh Sees
Orc
Castleface Records
25/Ago/2017


"No es lo mismo, pero es igual. Quizás hasta mejor"

Ya sea bajo el nombre de Orange Counte Sound, OCS u Orinoka Crash Siute, o tocando Noise Rock, Post-Punk, Garage Rock, Freak Folk y hasta Drone Lo-Fi, los principales factores que favorecen al éxito y prosperidad de Thee Oh Sees (además de su hiperactividad prolífica) son que tanto su estética basada en jams inmediatos y aventurados como el carisma vocal de John Dwyer le otorgan en cada momento identidad al proyecto, un sonido propio que bien puede variar sobre sus tangentes más distorsionadas sin perder su ya reconocible carácter. El público recibió con entusiasmo A Weird Exits el año pasado porque se permitía el lujo de experimentar, era variable, incluso anticlimático y aun así funcionaba debido a su correcta estructuración, pero para los fans significó la solidificación de un sonido que se viene perfeccionando constantemente desde hace años siendo el EP An Odd Entraces un acompañamiento ideal debido a que demostró que todavía hay muchísimas puertas sin abrir. Y hasta el momento han sido 20 años con la dinámica consistente en lanzar un álbum cada vez más centrado que el anterior (a veces 2), pero entonces llega el cambio de nombre y la promesa de que será "menos Thee, pero más del resto", ¿será cierto?.

La respuesta va más allá de una afirmación. En primera instancia, Orc representa un avance satisfactorio dentro del arco evolutivo de la banda, quienes por fin encontraron su alineación ideal. El pequeño gran detalle es que en esta ocasión Dwyer y compañía no tienen la necesidad de seguir la línea sonora ya marcada, lo cual implica directamente el cambio de nombre: Oh Sees no son lo mismo que Thee Oh Sees.

Es cierto que en parte mantienen su estilo clásico al menos durante la primera parte del compilado, pero estaría hablando de una perspectiva muy superficial, porque aún en las canciones más predecibles se guardan detalles interesantes, tal como sucede en "Nite Expo" se relega de su pasado por la presencia de sintetizadores, sin embargo la transición del intro electrónico a los arranques Noise habituales la ponen en otra división con respecto al catálogo anterior del grupo, también tenemos entre las "canciones que suenan familiar" a "Cadaver Dog", pero es su filtro grandilocuente/eclesiástico el culpable de que no sea exactamente la imagen que recordamos de Thee Oh Sees.

Al no tener la atadura que representa su identidad anterior, Oh Sees se abren paso por sendas más experimentales, muchas veces contrastantes, pero siempre satisfactorias. Y es que desde el primer single, "The Static God", se nos da una probada de su juego en Orc; producción seca, guitarras crudas, un par de baterías precisas y vocales que suenan más tenebrosas mezcladas con momentos suspendidos, es quizás "Animated Violence" la síntesis perfecta de su sonido, con un riff pesado que se intercala con grandilocuentes puentes que se asemejan a un intrépido solo de guitarra, culminando con un pasaje Drone sintetizado al cual no le cuesta nada adherirse sobre un hipnótico bajeo que cierra juntando todos los elementos de la canción en un acto plausible, tanto por la progresión que sigue como por su altisonancia casi épica.

Sin embargo, el track mayúsculo se llama "Keys to the Castle", el cual no sólo trae a la mesa pasajes con riffs excitantes y la mayor exploración a su variante etérea, dejando que una viola y órgano finiquiten 5 de sus 8 minutos, los cuales se sienten apenas suficientes por la facilidad con la que guían al oyente hacia un estado inesperado de relajación, grandioso contraste y en definitiva memorable, hago énfasis sobre su conexión con "Jettisoned" porque juntas forman 13 minutos progresivos y ascendentes, quizás su composición más retadora hasta la fecha. De igual manera, es impresionante escuchar cada instrumento de manera clara formando parte de un gran todo, delatando una arriesgada, pero excepcional producción para su género.

Hay un concepto definido en Orc; el sonido. Hablando instrumentalmente, hay una secuencia bastante lógica sobre el punto de partida, sus variaciones, el punto de ruptura y a partir de éste, la llegada de ritmos experimentales. La segunda mitad del álbum raya en el Krautrock, remembrando inmediatamente a Can o Jehtro Tull. Pero al final, el acto que se roba los reflectores son las baterías de Dan Rincon y Paul Quattrone (el de !!!), indomables en todo momento, marcando discretas pautas versátiles todo el tiempo (especialmente en "Animated Violnece" y "Cooling Tower"), haciendo juegos de platillos exquisitos en más de una ocasión y tomando un papel protagónico al final del recorrido. "Raw Optics" son los mejores 6 minutos y medio de improvisación con percusiones en todo el año, tomando sendas casi impredecibles pero exactas y ágiles, complementándose entre ambas. Por momentos se asemejan al estilo que maneja John Stannier de Battles, generando un outro no sólo inesperado, sino también perfecto y casi redondo.

Nos quedamos con un álbum que podemos revisitar muchísimas veces desde perspectivas distintas, uno en el cual músicos experimentados pierden el miedo de alcanzar casi una hora con 10 tracks a favor de explorar con envidiable soltura sus posibilidades. Es cierto, sacrifican parte de su espontaneidad característica y obtienen a cambio mejores estructuras y experimentación más acorde, pero a la vez libre de ir a los rincones que quiera. De momento podemos dejar de lado cualquier comparación con Thee Oh Sees, porque como Oh Sees, Dwyer y compañía juegan en otras ligas.
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84%




04. Keys To The Castle
05. Jettison
06. Cadaver Dog
07. Paranoise
08. Cooling Tower
09. Drowned Beast
10. Raw Optics

Por: Sebastián López

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